El corcho vuelve a abrirse camino como material de construcción aplicado al diseño de interiores, por tratarse de un material con excelentes prestaciones técnicas, bello y funcional, además de 100% natural, ecológico y reciclable, cumpliendo todos los requisitos de sostenibilidad, ofreciendo una gran variedad de usos como material de revestimiento.

El corcho vuelve a abrirse camino como material de construcción aplicado al diseño de interiores, por tratarse de un material con excelentes prestaciones técnicas, bello y funcional, además de 100% natural, ecológico y reciclable, cumpliendo todos los requisitos de sostenibilidad, ofreciendo una gran variedad de usos como material de revestimiento.

El uso del corcho para revestir los espacios interiores en edificios de cualquier tipología no es nuevo. A principios del siglo XX, desde1900 hasta mediados de los años 40 aproximadamente, los revestimientos de corcho tenían un uso extendido en la arquitectura norteamericana principalmente, utilizado en algunas de las grandes obras de la arquitectura de la época como la Casa de la Cascada de Frank Lloyd Wright, quien escogió este material para los acabados interiores en muchos de sus diseños residenciales. Durante las próximas décadas cae en desuso, sustituido por otros materiales como el linóleo y el vinilo, hasta que vuelve a resurgir en los 60 y 70, pero no con la misma intensidad que a principios de siglo.

Hoy en día se ve renovado el interés por este material respetuoso con el medio ambiente, gracias a la concienciación global sobre la necesidad de incluir en la arquitectura conceptos de sostenibilidad.

Se trata de un material natural, procedente de la corteza exterior del alcornoque, originario de Portugal, el país con mayor producción mundial, seguido de España, Italia y otros, que no requiere la tala del árbol para su producción. Cada 10 años el alcornoque se libera de su corteza permitiendo aprovechar este producto sin originar residuos en su proceso constructivo. El corcho queda unido mediante colas sin formaldehídos libres, conformando los distintos formatos comerciales para sus distintas aplicaciones.

Además de ser natural y reciclable, algunas de sus principales características, que lo hacen un material idóneo como acabado interior, son: una densidad muy baja, es un material muy ligero; buen aislante térmico y acústico, tanto a ruido aéreo como por vibración; es impermeable y transpirable; tiene una buena durabilidad, es muy resistente al desgaste y a la deformación, capaz de recuperar su forma; es antideslizante; imputrescible, no es atacado por insectos ni hongos, por tanto inocuo para la salud humana; es antimicrobiano; es capaz de absorber olores; es flexible, permitiendo su adaptación a gran variedad de formatos; tiene una fácil colocación y mantenimiento, consistente en la aplicación cada pocos años de capas protectoras (barnices, tintes, pinturas o incluso ceras); y proporciona acabados estéticos y confortables.

Las aplicaciones de este material como revestimiento interior son diversas, pudiendo cubrir suelos, paredes y techos, tanto interiores como exteriores, debido a su buen comportamiento frente a la humedad. Se fabrica en láminas, rollos, planchas o losetas.

Los revestimientos de corcho en paredes son estéticos además de funcionales, mejorando el comportamiento del tabique, como su aislamiento y su resistencia al agua, lo que hace que lo encontremos tanto en estancias secas como en cuartos húmedos.

Fuente: Arquitectura y empresa

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