El sector de la construcción es uno de los más contaminantes del planeta. Siendo responsable del 40% de las emisiones de CO2 a la atmosfera, muchas son los arquitectos e ingenieros que se replantean la utilización de nuevos materiales que pueden sustituir sin problema a los más tradicionales y que proporcionen un mínimo impacto ambiental. Pero no solo eso, porque teniendo en cuenta que el negocio de la edificación genera aproximadamente 1,1 toneladas de residuos al año por habitante, cada vez son más los profesionales que estudian materiales y productos que se puedan reciclar para construir de una manera más sostenible y con menor consumo energético.

Desde hace más una década España ya ha entrado en el grupo de países que plantean construcciones más sostenibles y muchas son las empresas que aprovechan los recursos naturales de su alrededor para sacar el máximo provecho de la forma más respetuosa con el entorno. Es lo que se denomina arquitectura bioclimática.

La arquitectura bioclimática nace con el objetivo de diseñar edificios aprovechando los recursos naturales disponibles. El sol, el viento, la lluvia, la vegetación… Son elementos de nuestro planeta que, utilizados correctamente, nos permiten ahorrar en el consumo de energía y disminuir, así, el impacto medioambiental. Actualmente, una casa bioclimática puede llegar a ser totalmente sostenible y, en el caso de necesitar energía externa, consisten en producciones renovables que, aunque el coste inicial puede ser algo más caro, a la larga se amortiza y sale a cuenta.

Aspectos tan importantes como el súper aislamiento contra el frío y las inclemencias del tiempo, la buena orientación para captar energía solar y la utilización de energías renovables hacen de estas construcciones auténticas “casas mechero” que logran ahorrar hasta un 80 % en el consumo energético. Algo que, tanto conviene al planeta como a nuestro bolsillo.

Con intención de promocionar esta filosofía de construcción sostenible en los últimos años se celebra Solar Decathlon.Un concurso internacional de arquitectura e ingeniería patrocinado por el Departamento de Energía de los Estados Unidos y el Laboratorio Nacional de Energías Renovables (NREL), en el cual universidades de todo el mundo compiten por presentar la mejor propuesta de vivienda sostenible y eficiente y abastecida únicamente con energía solar.

En la próxima edición, que se celebrará en Szentendre (Hungría) en julio de 2019, el equipo de la Universidad Politécnica de Valencia, formado por 32 estudiantes de múltiples grados y másteres, ha conseguido ser una de las 20 universidades elegidas para participar en el concurso con su proyecto Azalea.

Fusionando el diseño tradicional con las técnicas más innovadoras, la iniciativa pretende adaptar la clásica barraca valenciana en una vivienda pasiva y de autoconsumo.

Hasta ahora la mayoría de los aislamientos utilizados en la construcción eran de procedencia sintética. La alternativa a estos materiales son los aislantes naturales, tales como el corcho, el algodón, la lana de oveja, la celulosa o el cáñamo. De todos ellos, el corcho reúne una gran cantidad de propiedades y ventajas que lo convierten en uno de los aislantes favoritos en la construcción bioclimática. Consiste en un producto natural que aísla la temperatura y el sonido, es transpirable e impermeable. Pero no solo eso, sus propiedades físicas lo hacen muy resistente, amoldable e intocable para roedores, insectos o cualquier microorganismo.

La idea busca poner en valor un material natural del que cada año se tiran unas 2.500 toneladas. Como cuenta el impulsor de Recycled Cork “El corcho es un aislante que garantiza un muy buen aislamiento térmico y acústico. Consiste en un material capaz de proteger la vivienda del calor y el frío. Pero además al ser transpirable e impermeable es de lo más sano.” Sin embargo, aunque se trata de una opción muy natural es un material con un precio elevado. Y es aquí donde Recycled Cork trata de revertir.